Desc: La Historia Secreta de Eurovisión: Dirigida por Stephen Oliver. Con Linda Cropper, Lena Meyer-Landrut, Thomas Schreiber, Donald Sassoon. Una década después del final de la Segunda Guerra Mundial, Marcel Besançon, un ejecutivo suizo que trabajaba para la Unión Europea de Radiodifusión, tuvo una idea audaz. Quería organizar un concurso de canto paneuropeo en vivo para promover los nacientes servicios de televisión de Europa occidental y acercar a las naciones divididas de una Europa devastada por la guerra en una celebración compartida de la música. El primer Festival de la Canción de Eurovisión tuvo lugar en Lugano, Suiza, el 24 de mayo de 1956. Sólo participaron siete países (seis de los cuales, significativamente, firmaron el Tratado de Roma y sentaron las bases de la Comunidad Europea), pero fue un un éxito instantáneo y se ha convertido en un elemento fijo anual ininterrumpido en la vida del continente. Pero llegó a significar incluso más que eso. Durante la Guerra Fría, el brillo y el glamour del escenario de Eurovisión se consideraban un símbolo de la diversión y la libertad occidentales. Sólo unos pocos en el bloque del Este fueron capaces o lo suficientemente valientes para arriesgar sus vidas sintonizando en secreto las señales de televisión finlandesas. En las últimas décadas, tras la caída del Telón de Acero y la desintegración de la Unión Soviética y Yugoslavia, nuevas naciones han clamado por participar, inyectando nueva vida a la contienda y elevando aún más los riesgos políticos al considerarla una rara oportunidad para promover su identidad nacional en el escenario internacional. Hoy en día, el Festival de la Canción de Eurovisión es uno de los eventos retransmitidos más vistos en el mundo y atrae a cientos de millones de fans en toda Europa y en lugares tan lejanos como Australasia, Asia y América Latina. A algunos les encanta, otros se ríen de él, otros están obsesionados con él, pero la mayoría piensa que el Festival de la Canción de Eurovisión es simplemente un gran entretenimiento nocturno. Y, sin embargo, poco a poco se ha convertido en uno de los grandes festivales culturales populares de nuestra época, un carnaval de diversión y frivolidad que puede tomarse -en cierta luz- como un símbolo de lo lejos que ha viajado Europa desde que Monsieur Bescancon tuvo su onda cerebral.